La enfermera de Recinto con quien los ceutíes combaten la diabetes
Día Mundial de la Diabetes
Rocío Cerdá, educadora en la enfermedad metabólica con alta prevalencia en Ceuta, aprovecha el Día Mundial para recordar los tres pilares que la contrarrestan: dieta saludable, ejercicio físico y control sanitario
La consulta de la enfermera ceutí Rocío Cerdá Beneroso tiene una pizarra colgando de sus inmaculadas paredes. En ellas, la educadora en Diabetes del Centro de Salud de Recinto explica con gráficas visuales cómo suben y baja los niveles de glucosa. Así logra que sus pacientes entiendan cómo funciona su enfermedad, una que llega “silenciosa” y que en Ceuta afecta casi al 10% de la población-según los últimos datos actualizados, que sitúan a la ciudad autónoma a la cabeza de la prevalencia en España-. Junto a la puerta de su luminoso despacho, un carrito auxiliar con varias bandejas llenas de alimentos en miniatura. Con ellos, les muestra de manera visual qué productos son beneficiosos, cuáles deben consumir con moderación y qué otros están prohibidos. Cerdá es una de las tres enfermeras educadoras -una en cada centro sanitario- a cargo de acompañar a los diabéticos de sus áreas en el control de su patología, cuyo día mundial se celebra este viernes, 14 de noviembre. La sanitaria aprovecha la ocasión para recordar “los tres pilares” del cuidado de la diabetes: dieta saludable, ejercicio físico y el tratamiento y seguimiento sanitario.
La diabetes le preocupa al Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA). En enero de este año, el director médico de Atención Primaria, Juan Carlos Mata, informó a El Pueblo de Ceuta de que tenían 6.800 diabéticos registrados en ese momento. Ello sin contar con el “4%” de enfermos no diagnosticados que calcula el doctor, quien, junto a la directora de Enfermería, María del Carmen Ruiz, actualizará las cifras en comparecencia pública esta mañana a las 10:00h en el Centro de Salud de Otero. Allí se celebrará durante toda la mañana una jornada de sensibilización sobre la enfermedad, protagonizada por las tres educadoras: Cerdá, de Recinto, Encarnación Bastida, de Otero, y Rosa Rodríguez, de Tarajal. Cada una de ellas estará a cargo de una mesa informativa, ubicadas en la planta baja de las instalaciones, en el hall donde se ubica la unidad de Fisioterapia. Hasta allí puede desplazarse toda la ciudadanía, no solo los pacientes.
La primera mesa estará dedicada a la prevención. En ella, la enfermera someterá a quien lo desee al test de FINDRISC (por sus siglas en inglés ‘Puntuación de Riesgo de Diabetes Finlandés’), que, a través de ocho preguntas, como la edad o el índice de masa corporal, estima el riesgo de desarrollar diabetes tipo dos en los próximos diez años. Mientras la tipo uno es una enfermedad autoinmune que suele aparecer en la infancia, la tipo dos es “esa que se puede evitar o retrasar”. Cerdá resume la prevención con dos palabras: “dieta y ejercicio”, asuntos en los que se centran las otras dos mesas que se instalarán en Otero. La última estará a cargo de la enfermera de Recinto.
“Antes se pensaba que no era tan importante, pero ahora se sabe que es un pilar básico. No se puede sustituir por la alimentación ni por la medicación”, explicó la sanitaria a este periódico en el interior de su consulta. Las recomendaciones apuntan a la necesidad de combinar el ejercicio aeróbico con el de fuerza. El primero, según Cerdá, puede ser, incluso, caminar, pero esto no es suficiente si no se hace algo de musculación. Suele animar a sus pacientes a adquirir unas pesas y los orienta sobre los ejercicios que deben realizar. En caso de falta de recursos económicos, propone la opción de usar botellas de un litro y medio de agua llenas como sustitutas de las mancuernas.
Para completar todo lo que Cerdá pueda aportar en su mesa, el INGESA se ha aliado con el Instituto Ceutí de Deportes (ICD), que estará presente en la jornada de este viernes en Otero para instruir en teoría y práctica sobre “la educación física en las personas con diabetes”, adaptando los ejercicios que recomienden al perfil de los enfermos. La enfermera confesó que la institución sanitaria aspira a mantener esta colaboración a futuro. “En alimentación estamos muy formados, también podemos dar algunos consejos para el ejercicio físico, pero lo ideal sería contar con alguien más experto. Que los pacientes pudieran ir al ICD”, insistió la enfermera, que recientemente ha participado en un congreso sobre diabetes en el que dedicaron una ponencia al deporte.
Alimentación
En la mesa informativa dedicada a la alimentación, enseñarán a los pacientes a distinguir los productos que deben consumir: vegetales, hidratos de carbono y proteínas. Los primeros incluyen las verduras y las hortalizas, y aportan vitaminas, minerales, agua y libra; los segundos, entre los que se encuentran las legumbres, los cereales o las frutas, aportan energía; y las terceras se encuentran en la carne, el pescado, los huevos o los lácteos, con la función de mantener y regenerar el organismo. Para enseñar a sus pacientes a llevar una dieta equilibrada, Rocío Cerdá los introduce en “el método del plato”.
Consiste en dividir en tres partes un plato: en la mitad deben colocar los vegetales, y en la otra mitad, en un cuarto los carbohidratos y en el otro las proteínas. Para saber qué cantidad echar, la enfermera entrega un cazo estándar a cada diabético, y les informa de cuántos deben llenar de cada grupo. Aunque las cantidades, a veces, varían en función de si se administran o no insulina. En caso de inyectarse insulina rápida, deben tomar una ración de carbohidratos, ya que el cuerpo debe tener azúcar.
Por ejemplo, suele incidir en la necesidad de que reduzcan la cantidad de pan que consumen, que suele ser elevada. Los diabéticos deben tomar solo 40 gramos de pan al día, y aconsejan que sea de fibra cien por cien. Hay supermercados que venden piezas hechas a medida: panes de fibra de 40 gramos. Pueden rellenarlos con atún enlatado o quesos frescos, que son proteínas y, por tanto, “sacian más”, o con vegetales. También les muestra la lista de alimentos prohibidos: procesados, fritos, bebidas azucaradas, alcohólicas, helados o miel y mermelada. Estos dos últimos productos, sin embargo, sí deben tenerlos a mano, ya que están autorizados a tomarlos en caso de hipoglucemia. Cuando los niveles de glucosa están al mínimo, el paciente debe tomar azúcar.
Puede hacerlo con productos de rápida absorción, los que no tienen que masticar, como miel, mermelada, azúcar en sobre o bebidas azucaradas, y más tarde deben completarlo con otros de absorción intermedia, como tres galletas María, una pieza de fruta, un vaso de leche o un trozo de pan, para que el nivel de glucosa no vuelva a descender minutos después de controlarla rápidamente. Desde 2022, las personas con diabetes en Ceuta tienen la posibilidad de saber cuándo sufrirán aumentos o descensos de glucosa en tiempo real. Gracias a la inversión que el INGESA, de manera casi pionera en España, hace en la adquisición del llamado Sensor Flash.
La revolución del sensor
El Flash es un "sensor de glucosa", que ofrece información constante durante sus 14 días de vida útil sobre los niveles de azúcar de cada usuario, evitando que tengan que extraerse sangre a través del famoso pinchazo en el dedo para ello. Las enfermeras educadoras realizan talleres individuales y grupales para explicar la colocación y el funcionamiento del sensor cada dos miércoles. En 2018, el INGESA trajo por primera vez este novedoso aparato y comenzó a implantarlo en los niños; ya en 2020, se trasladó al resto de diabéticos tipo uno, y en 2022, a los tipo dos insulinodependientes. Deben renovarlo cada quincena, y facilita la “autogestión” de la enfermedad.
Tener el sensor ofrece a la persona la información que solo le proporcionaría pincharse “1.440 veces al día” con el antiguo método. “Con el pinchazo, obtenías una fotografía de tu glucosa; ahora, el sensor te da una película. Ofrece un perfil de la persona en cada momento. Antes y después del desayuno, el almuerzo y la cena. Así pueden saber qué alimentos les suben el azúcar, qué se lo baja…”, destacó Rocío Cerdá, que coincidió en que el aparato ha supuesto “una revolución” para el control de la diabetes.
“Lo que más se suele destacar del sensor es que evita que la gente se pinche, pero, aparte, están monitorizados todo el día, es algo personalizado”, añadió. Gracias al sistema digital, los sanitarios tienen acceso constante al estado de los pacientes, a través de un programa que muestra al instante la información que registran los sensores. Ella puede saber en todo momento quién va a sufrir una hipoglucemia o una hiperglucemia. Cerdá ha contabilizado un total de 170 sensores colocados entre los pacientes de Recinto. Según los últimos datos actualizados por el INGESA, en enero de 2025 eran 600 los diabéticos que contaban con el aparato en toda la ciudad.