Día Internacional de los Voluntarios
Iván Muñoz, voluntario de la AECC: “Me doy cuenta de que nos quejamos por cosas sin importancia”
Día Internacional de los Voluntarios
Iván Muñoz (Granada, 19 años) aún no ha empezado las prácticas de su grado en Enfermería, pero ya tiene “esa soltura” necesaria para moverse entre pacientes. Puede afirmarlo desde esta primavera, cuando decidió sumarse al equipo de más de un centenar de voluntarios de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Ceuta. “La asociación me está dando esas habilidades, como la comunicación, la escucha activa o la empatía, que son un gran porcentaje de la profesión”, reconoció en una entrevista ofrecida a El Pueblo de Ceuta con motivo del Día Internacional de los Voluntarios. El andaluz reside en la ciudad desde que hace tres años accediera a la carrera en la Universidad de Granada. Recomienda vivir la experiencia a todos sus compañeros de oficio, pero también al resto de la ciudadanía.
“Aparte de que ayudas a personas que, con nada, sienten un alivio muy grande, a ti te da esa satisfacción de saber que estás haciendo algo bueno y, encima, ganas en habilidades de comunicación o de cómo tratar a las personas”, afirmó el estudiante. Supo del programa de voluntarios de la asociación gracias a una de las charlas que la entidad organiza en la universidad como parte de su campaña de captación. Unos cinco compañeros de clase decidieron probar, así que se pusieron en contacto con el coordinador del voluntariado de la AECC, Antonio Martín. “Es la mejor decisión que he tomado”, reflexiona ahora el joven, a las puertas de alcanzar la veintena.
La asociación envía a sus voluntarios una agenda de actividades cada semana, para que puedan adherirse a las que quieran. No hay exigencias en cuanto a la frecuencia con la que participar, la actividad depende del tiempo de cada cual. Los hay que solo colaboran un día al año, mientras otros lo hacen semanalmente, como es el caso de Iván. Ayuda una vez a la semana, aunque la frecuencia se reduce en las épocas de exámenes, como ocurre con el resto de estudiantes. El granadino recuerda con detalle su primer día como voluntario. Se introdujo de lleno en el corazón de la AECC, el Hospital de Día, donde la entidad cuenta con un pequeño despacho desde el que sale el carrito lleno de alimentos y bebidas para el desayuno con el que amenizan las mañanas de los pacientes oncológicos durante los tratamientos de quimioterapia que reciben en una sala contigua.
De aquel día conserva el recuerdo de “los nervios que tenía”, “ese miedo de no querer decir algo que sea inadecuado, que pueda molestar a las personas, el miedo de no saber cómo actuar”. Temores que se disiparon en cuanto entabló conversación con las personas, quienes muestran “esa seguridad” que ayuda a los voluntarios a que “el tiempo pase más rápido”. Iván es uno de los chicos que pasea alrededor de los pacientes en quimioterapia transportando el carro con cafés y aperitivos. Su trabajo consiste en eso y en conversar. En escucharles y estar presente en caso de que tengan necesidades: “Hacemos un poco de mediadores para sacar esa información con la que después la asociación puede ayudarles”.
Además, participa en el programa de Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de la AECC, financiado por Fundación La Caixa y nacido hace 10 años para prestar apoyo a los pacientes paliativos. Entre este y el programa de Final de Vida en Soledad ofrecen acompañamiento a estas personas por medio de sus casi 40 voluntarios. Uno de ellos es Iván. A sus casi 20 años, ya sabe lo que es conversar con quienes se encuentran en sus últimos días. Reconoce que es “muy difícil” e “impacta mucho”, pero gracias a ello aprende a valorar la vida de otra forma.
“Hablando con estas personas, muchas veces te das cuenta de que siempre nos quejamos mucho por cosas que realmente no tienen sentido ni gran importancia. Mientras hay personas que realmente están pasando una situación horrible, pero están con esa alegría, con ese entusiasmo y ese positivismo que muchas veces nosotros dejamos de lado”, expresó. A Iván Muñoz, el voluntariado con la AECC le ha permitido “valorar” y ser “más agradecido y más positivo”.
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