Cero abortos en Ceuta en 2025: “Se solicita mucho. Algunas mujeres varias veces”
Aborto
Una matrona del HUCE, donde todos los ginecólogos son objetores, lamenta que se use la IVE como “método anticonceptivo” y lo achaca a la falta de educación sexual en los colegios ceutíes por la reticencia de los padres
Hace ya varios meses, una matrona del Hospital Universitario de Ceuta (HUCE) rompió los papeles con los que una mujer estaba a punto de solicitar la interrupción voluntaria de su embarazo. Al subir con ella al ascensor, la paciente estalló en lágrimas. “Si no lo entrego, ¿pasa algo?”, le preguntó ella instantes antes de que la enfermera le hiciera el favor de destruir el documento con el que estaba a punto de tomar una decisión de la que sabía que se iba a arrepentir. “Psicológicamente no voy a poder superarlo. No quiero”, zanjó la chica que, tiempo después y de la mano de la misma sanitaria, dio a luz a su tercer bebé. Apoya el aborto, pero rechaza su uso a modo de “método anticonceptivo”. Utiliza esas palabras a riesgo de sonar incoherente, para tratar de describir la “dinámica” normalizada de “descuidarse” a sabiendas de que existe “la práctica abortiva”. Actuación que lleva a que sean muchas quienes repiten varias veces y que, según asegura, explica que los ocho médicos del servicio de Ginecología del hospital ceutí decidan no practicar la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
Todos los ginecólogos de Ceuta son objetores de conciencia al aborto. Tanto en el sistema público como en el privado. El número de IVEs practicadas en la ciudad autónoma este año es cero, según los datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA). La mayoría de las solicitudes que llegan a las consultas de los especialistas de Loma Colmenar son derivadas a una clínica privada de Algeciras. A aquellas que lo reclaman con una gestación ya avanzada (a partir de las 14 semanas) suelen mandarlas a otro centro en Sevilla, donde les practican la fetolisis, consistente en la inyección de una sustancia en el corazón del feto para evitar que nazca vivo. Tras ello, regresan al HUCE, donde extraen el cuerpo ya fallecido.
El INGESA no ha ofrecido cifras sobre las derivaciones realizadas, pero, según la matrona que ha conversado con este diario y que prefiere mantener su anonimato, “son muchas”. “Se solicita mucho, aunque ya se ha corrido la voz de que aquí no lo hacen, así que algunas directamente se van a la península, lo pagan y ya”, relata. “Hay que poner los medios antes de quedarte embarazada. Si te quedas y no lo quieres, tienes el aborto, pero no es normal que sean repetitivos. Eso es que no usas métodos anticonceptivos. Creo que lo que hay aquí es mucha desinformación. No hay buena educación sexual”, resume la sanitaria.
La enfermera cree que, de poder ofrecerse charlas en los centros educativos por parte del personal sanitario de Atención Primaria, se avanzaría. Se han intentado llevar a cabo iniciativas así en ocasiones, sin demasiado éxito en la mayoría de los colegios e institutos. Según ella, por la reticencia de muchos de los progenitores, que se niegan a permitir que hablen a sus hijos sobre sexo en las escuelas, en buena parte por motivos religiosos. “Los padres no quieren, porque, claro, ¿de qué les vamos a hablar? Les vamos a hablar de sexo, no de semillitas. Al pan, pan y al vino, vino”, afirma. La importancia de estas formaciones va más allá de ofrecerles herramientas para evitar embarazos.
El aborto se encuentra en el foco mediático desde hace semanas después de que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se negara a crear un registro de objetores en su territorio y animara a las madrileñas que quieran abortar a hacerlo “en otro lado”. Aquellas declaraciones fueron ofrecidas en mitad de los trabajos desarrollados por el Gobierno nacional para blindar el derecho incluyéndolo en la Constitución. Desde hace un año, el Ministerio de Sanidad trata de que los sistemas de salud autonómicos creen registros de objetores de conciencia -como los de la eutanasia-, que serán confidenciales y servirán solo para mejorar la organización de los recursos con los que se cuenta para ejecutar las IVEs. Sin el listado, se dificulta la tarea de hallar hospitales con ginecólogos dispuestos a practicarlo. Con una mejor coordinación, el Estado espera que aumente el número de interrupciones del embarazo realizadas en hospitales públicos. El último dato muestra que solo el 15% de los abortos se practicaron en la sanidad gratuita.
Un “vacío psicológico”
Hace unos años, una chica de 19 años comenzó a ser atendida por el personal obstétrico ginecológico del HUCE. Estaba convencida de querer abortar, pero su familia se lo impedía, pese a su mayoría de edad. La concepción del bebé que llevaba en su vientre tampoco la eligió. Fue violada por un familiar, pero la doctrina religiosa que seguían a rajatabla los suyos la forzaron a tenerlo. Aquello fue duro para los profesionales que la trataron, pero aún más lo fue para ella. Las sanitarias intentaban ayudar a su psique, pero hacían lo que podían. El servicio no cuenta con asistencia psicológica para las mujeres que viven situaciones así, o para otras que viven el aborto -que también puede ser natural- como una experiencia dramática.
“Aquí hay un vacío psicológico. Aparte de las consecuencias físicas, el aborto, tanto hormonal como psicológicamente, hace mella. Pero no hay una psicóloga clínica a la que acudir”, lamenta la matrona con la que ha conversado El Pueblo de Ceuta. Tanto si son interrupciones naturales como si son voluntarias, asegura que la mayoría de las mujeres requieren de ayuda psicológica para afrontar lo que les sucede. Asegura que en otros hospitales sí cuentan con profesionales del área en las unidades de obstetricia. “A veces vienen los arrepentimientos y los sentimientos de culpa. Pero no hay psicóloga. Y a lo mejor vienen a tu consulta a contarte que lo están pasando fatal. Nosotras podemos escucharlas, pero poco más”, continúa.
Para ella, la necesidad más acuciante es la de normalizar y potenciar la educación sanitaria. “Hace falta que se hable sobre educación sexual y sanitaria en los colegios e institutos. Poder contar los métodos anticonceptivos, las formas de protegerse”, insiste la enfermera. “Porque ya no es que te quedes embarazada, la cosa se puede complicar. El aborto soluciona el embarazo, pero no una enfermedad”.
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