Hutman Abdeselam: La pasión que se escucha con el corazón

Ceuta/ El fútbol, muchas veces, no se ve; se siente. Y pocas personas lo representan mejor que Hutman Abdeselam El Boufrassi, un aficionado de la AD Ceuta FC que, pese a perder la visión hace cinco años, ha encontrado en el equipo de su tierra una razón más para ilusionarse cada fin de semana.

A sus 39 años, Hutman vive cada partido como si estuviera en el césped. No necesita ver para vibrar, porque su manera de seguir al Ceuta es distinta, única y profundamente humana. “Siempre voy acompañado. Son mis ojos los que me van contando las jugadas, los cambios, quién lleva el balón”, explica con naturalidad.

Su historia como aficionado caballa comenzó hace apenas dos años, pero con una intensidad que desborda. “La mayor emoción de mi vida fue en Fuenlabrada, en el minuto 89, cuando Víctor Corral marcó el gol del ascenso a Segunda”, recuerda con una sonrisa. Ese momento fue su enganche definitivo, su bautizo como jugador número 12.

Hutman no se limita a escuchar lo que ocurre en el campo. Él interactúa, se mete en la conversación futbolera que se vive en las gradas. Si alguien comenta una jugada, él responde, aunque no sepa quién lo ha dicho. “Al final todos acabamos riéndonos. Yo disfruto de ese ambiente, de los cánticos, de la pasión compartida”, asegura.

En su localidad de tribuna, su madre o su hermana son sus compañeras habituales de viaje. Ellas le narran cada detalle, pero también se contagian de la energía con la que él celebra los goles. “Me levanto, grito, tiro con toda mi fuerza. Lo vivo como el que más”, cuenta.

No hay nada que le ponga más la piel de gallina que escuchar a la afición cantar al unísono. “Cuando empieza el ‘¡Ale, ale, Ceuta!’ se me ponen los pelos de punta. Es algo que no se puede explicar, hay que sentirlo”.

Su pasión por el Ceuta va más allá de lo local. Sueña con acompañar al equipo en cada desplazamiento. Ya lo hizo en Fuenlabrada y tiene la espina clavada de no haber podido estar en Cádiz. “Estuve tres días sin comer del disgusto, pero sé que ya vendrán más viajes. No me pienso perder la próxima”.

Hutman tiene clara su confianza en el equipo y, sobre todo, en su entrenador. “JJ Romero es para mí el mejor de España. Juega con un esquema que me vuelve loco: cinco defensas, tres centrocampistas y dos delanteros. Sabe mucho de fútbol”, dice convencido.

En cuanto a los fichajes, Hutman no se queda con uno solo. “Me gustan todos, casi todos. Desde Bodiger hasta Marcos Fernández, que es un goleador de los de verdad. El mejor delantero de Segunda”. Sus palabras rebosan entusiasmo, como si de un analista se tratara.

A los jugadores les pide algo muy sencillo, pero muy profundo: “Más y más. Esto para nosotros es como una droga. Nos da vida, nos da ilusión. Cada partido es como un chute de alegría para los ceutíes”.

Su pronóstico para el próximo partido es firme, sin dudas. “Contra el Eibar vamos a ganar, igual que contra el Zaragoza. Un 1-0 y pa’ casa. Y pa’ casa a dormir”, sentencia con humor.

Más allá de los resultados, Hutman encarna la esencia del jugador número 12: ese aficionado que no importa si ve o no el balón, porque lo que de verdad importa es la pasión. Su manera de vivirlo demuestra que el fútbol se escucha, se imagina y, sobre todo, se siente.

La AD Ceuta FC tiene en él un símbolo. Alguien que transforma la dificultad en energía y el silencio en cántico. Un hombre que, aunque perdió la vista, ha ganado un motivo más para seguir adelante: el amor por los colores de su equipo.

Y es que, como él mismo dice, cada gol es un chute de vida. Cada partido, un regalo. Cada cántico, un escalofrío. Hutman es el mejor ejemplo de que el jugador número 12 siempre estará ahí, alentando, soñando y empujando al Ceuta hacia lo más alto.

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